Por qué no bajo de peso a pesar de hacer dieta y ejercicio?
La obesidad y el sobrepeso son problemas que afectan a millones de personas en todo el mundo. Muchas veces, las personas se preguntan: ‘¿Por qué no bajo de peso?‘ a pesar de seguir una dieta y hacer ejercicio. Las causas de la obesidad y el sobrepeso son multifactoriales, e incluyen desde desequilibrios energéticos hasta factores genéticos, hormonales y ambientales
1. Desequilibrio energético: un factor clave en el aumento de peso
Una de las principales causas del sobrepeso es el desequilibrio energético, que ocurre cuando se consumen más calorías de las que el cuerpo quema a través de la actividad física y el metabolismo. Esto sucede a menudo en sociedades modernas donde la comida rápida, las bebidas azucaradas y las porciones grandes son la norma, y donde muchas personas llevan una vida sedentaria, con poco ejercicio físico.
Además, los estilos de vida en países occidentales han cambiado significativamente, con trabajos que requieren menos esfuerzo físico. Incluso las actividades cotidianas, como las compras o el entretenimiento, ahora requieren menos movimiento, gracias a la tecnología y la automatización.
2. Cómo una mala alimentación contribuye al sobrepeso
Las dietas ricas en alimentos ultraprocesados, altos en azúcares, grasas saturadas y bajos en nutrientes esenciales, también contribuyen al aumento de peso. Estos alimentos no solo aportan muchas calorías, sino que a menudo carecen de fibra y otros nutrientes que ayudan a mantener una sensación de saciedad.
3. El sedentarismo y su papel en el desarrollo de la obesidad
El estilo de vida sedentario es un factor clave en el desarrollo de la obesidad. Muchas personas con obesidad no realizan suficiente actividad física, lo que significa que no queman las calorías consumidas a lo largo del día. Esto se agrava con el aumento en el uso de dispositivos electrónicos y el tiempo prolongado frente a pantallas, ya sea en el trabajo o durante el tiempo libre. Esta falta de movimiento reduce considerablemente la quema de calorías, creando un desequilibrio energético que favorece el aumento de peso.
Además de afectar la quema de calorías, el sedentarismo impacta negativamente la salud cardiovascular y metabólica. La inactividad física prolongada está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes tipo 2 y problemas cardíacos. El trabajo de oficina, que requiere largas horas sentadas, contribuye a este problema, y la tecnología ha hecho que incluso las actividades cotidianas requieran menos esfuerzo físico, exacerbando el impacto del sedentarismo en la salud general.
4. Influencia de los factores genéticos en el control del peso
Los factores genéticos pueden influir en la predisposición al sobrepeso, afectando cómo el cuerpo almacena y procesa las grasas, regula el apetito y metaboliza los nutrientes. Algunas personas son más propensas a ganar peso debido a su herencia genética, y en muchas familias, los hábitos alimenticios y de actividad física pueden aumentar la probabilidad de desarrollar obesidad en pacientes suceptibles.
5. Condiciones médicas que afectan la pérdida de peso
Existen diversas condiciones médicas que pueden contribuir al aumento de peso o hacer que sea difícil perderlo, incluso cuando se sigue un plan de alimentación saludable o se realiza ejercicio físico regular. Estas enfermedades afectan el metabolismo y la regulación hormonal del cuerpo, lo que puede complicar el manejo del peso. A continuación, se detallan algunas de las más comunes:
Hipotiroidismo
El hipotiroidismo ocurre cuando la tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas, lo que provoca un metabolismo lento. Esta ralentización metabólica puede llevar a un aumento de peso, ya que el cuerpo no utiliza las calorías de manera eficiente. Las personas con hipotiroidismo a menudo experimentan síntomas como fatiga, sensación de frío y aumento de peso, lo que dificulta no solo la pérdida de peso, sino también el mantenimiento de un peso saludable. Aunque el tratamiento con hormonas tiroideas puede mejorar estos síntomas, la pérdida de peso puede seguir siendo un reto en algunos casos.
Síndrome de Cushing
El síndrome de Cushing se caracteriza por niveles elevados de cortisol, una hormona que, en exceso, promueve la acumulación de grasa, especialmente en el área abdominal. Este trastorno también puede provocar cara redondeada, debilidad muscular y adelgazamiento de la piel. El aumento de cortisol no solo afecta la distribución de la grasa corporal, sino que también contribuye a la pérdida de masa muscular, lo que reduce la capacidad del cuerpo para quemar calorías de manera eficiente. Además, el síndrome de Cushing puede estar relacionado con hipertensión y diabetes, lo que complica aún más la gestión del peso.
Síndrome de ovario poliquístico (SOP)
El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es un trastorno hormonal que afecta a muchas mujeres en edad fértil. El SOP puede alterar el equilibrio de hormonas como la insulina y los andrógenos, lo que contribuye a la resistencia a la insulina y al aumento de peso, particularmente en la zona abdominal. Las mujeres con SOP a menudo luchan para perder peso, incluso con una dieta saludable y el ejercicios para perder peso. Además, el aumento de peso puede agravar los síntomas del SOP, creando un ciclo difícil de romper.
6. Medicamentos que dificultan la pérdida de peso
Algunos medicamentos, como los antidepresivos, los esteroides, los antipsicóticos y los anticonceptivos, pueden causar un aumento de peso como efecto secundario. Estos medicamentos afectan el metabolismo o el apetito, lo que puede llevar al consumo de más calorías.
7. Factores psicológicos que afectan el control del peso
El estrés, la ansiedad y la depresión también juegan un papel importante en l sobrepeso. Muchas personas con sobrepeso recurren a la comida como una forma de manejar el estrés emocional, lo que lleva a comer en exceso y ganar peso. Los problemas de salud mental pueden afectar la motivación para realizar actividad física o seguir un plan de alimentación saludable.
8. El impacto del sueño y las hormonas en el aumento de peso
La privación de sueño tiene un impacto directo en el metabolismo y en la regulación del apetito, lo que puede llevar a un aumento de peso. Las hormonas leptina y grelina , que juegan un papel fundamental en el control del hambre, se ven alteradas cuando no dormimos lo suficiente. La leptina, que es responsable de suprimir el apetito (hormona de la saciedad) y señalizar al cerebro que el cuerpo tiene suficiente energía, disminuye cuando hay una falta de sueño. Por otro lado, la grelina, estimula el apetito, aumenta en condiciones de privación de sueño. Esta combinación provoca un aumento del hambre y el deseo de consumir más alimentos, especialmente aquellos que son ricos en calorías, grasas y azúcares.
Además de este desequilibrio hormonal, la falta de sueño afecta los niveles de energía y la motivación para realizar actividad física. Las personas que no descansan lo suficiente suelen sentirse fatigadas durante el día, lo que reduce sus ganas de hacer ejercicio o participar en actividades físicas que podrían ayudar a quemar las calorías adicionales consumidas. La fatiga también puede llevar a tomar decisiones alimenticias menos saludables, como optar por alimentos procesados y altos en calorías por conveniencia y energía rápida.
Por lo tanto, un buen descanso no solo es importante para la salud mental y el bienestar general, sino también para el control del peso y la prevención de enfermedades relacionadas con la obesidad.
9. Cómo el entorno obesogénico promueve el sobrepeso
El entorno también puede influir en el desarrollo de la obesidad. Vivir en un entorno obesogénico, donde los alimentos poco saludables son más accesibles y las oportunidades de actividad física son limitadas, incrementa el riesgo de sobrepeso. Las personas que viven en áreas con pocos parques, aceras o instalaciones deportivas tienen menos probabilidades de mantenerse activas.
10. Factores socioeconómicos y su relación con la obesidad
Las personas con menos recursos económicos suelen tener menos acceso a alimentos saludables y oportunidades para hacer ejercicio. Además, los alimentos ultraprocesados y ricos en calorías son a menudo más baratos que las opciones saludables, lo que hace que las personas con bajos ingresos opten por dietas menos saludables.
11. Hábitos culturales y familiares que influyen en el peso
Los hábitos alimenticios y de actividad física aprendidos en el entorno familiar y cultural también juegan un papel importante. Las familias que adoptan dietas ricas en grasas o azúcares y llevan una vida sedentaria tienden a desarrollar obesidad con mayor frecuencia.
12. La edad y su efecto en el metabolismo y el peso
A medida que las personas envejecen, su metabolismo tiende a ralentizarse, lo que facilita el aumento de peso si no se ajusta la ingesta calórica. Además, la masa muscular disminuye con la edad, lo que también reduce el metabolismo basal.
13. El embarazo y los cambios en el peso corporal
Durante el embarazo, muchas mujeres ganan una cantidad significativa de peso debido a los cambios hormonales, el crecimiento del bebé y el aumento del volumen de sangre y líquidos en el cuerpo. Este aumento de peso es natural y necesario para el desarrollo saludable del bebé, pero después del parto, algunas mujeres enfrentan dificultades para perder ese peso adicional. Esto puede deberse a varios factores, como el tiempo necesario para adaptarse a la maternidad, la falta de sueño, los cambios en la rutina diaria y la falta de tiempo para hacer ejercicio o preparar comidas saludables.
Además, los cambios hormonales que ocurren durante el embarazo y el posparto también juegan un papel importante en la dificultad para perder peso. Por ejemplo, los niveles de progesterona y estrógeno fluctúan, lo que puede afectar el metabolismo y el almacenamiento de grasa. Durante la lactancia, el cuerpo también tiende a retener ciertas reservas de grasa para garantizar una producción adecuada de leche, lo que puede hacer más lenta la pérdida de peso.
Otro aspecto que contribuye a esta situación es que, en algunos casos, las mujeres pueden desarrollar resistencia a la insulina durante el embarazo, una condición que puede persistir después del parto y aumentar el riesgo de diabetes tipo 2 y obesidad a largo plazo.
Además, los hábitos alimenticios adquiridos durante el embarazo, como comer porciones más grandes o satisfacer antojos frecuentes, pueden continuar después del parto, dificultando aún más el retorno a un peso saludable. Si bien el ejercicio y una dieta balanceada pueden ayudar a perder peso, las demandas físicas y emocionales de cuidar a un recién nacido a menudo interfieren con la capacidad de las madres para enfocarse en su propia salud, contribuyendo así a la retención de peso a largo plazo.
En resumen
La obesidad y el sobrepeso son condiciones multifactoriales que pueden deberse a una combinación de exceso calórico, factores genéticos, problemas hormonales, enfermedades subyacentes y el entorno en el que vivimos. El tratamiento para la obesidad debe ser personalizado, abordando no solo la dieta para bajar de peso de manera saludable, sino también las posibles causas subyacentes, como desequilibrios hormonales o condiciones médicas. Identificar la causa específica en cada paciente es fundamental para diseñar un plan de tratamiento efectivo.